Nos levantamos muy temprano para empezar a caminar sobre las 3 de la madrugada, ains, que sueño, con las linternas frontales en la frente monte arriba. Si queríamos subir y bajar en el día era mejor empezar muy temprano. Sobre las 5:30 empezó a clarear.
Para cuando amaneció hacía un frío y un viento terrible, llevábamos los crampones y el piolet y estábamos subiendo por unas placas de hielo.
Y subiendo...
y subiendo durante nueve horas hasta que llegamos a la cumbre, donde tuvimos unas vistas preciosas como recompensa después de semejante esfuerzo.
El Shasta es un volcán de 4300 metros y todas las montañas a su alrededor tienen como 1000 metros y pico, así que os podeis imaginar, se pueden ver cientos de kilómetros a la redonda. Cerca de la cumbre encontramos unas fuentes de sulfuro, el suelo estaba caliente, había agua burbujeando, salía humo de la tierra, ... el volcán todavía está activo, pero sin erupciones, ni lava, ni cráter.
Después de las fotos de rigor, sólo queda bajar, otras cinco horas de caminata para llegar de nuevo al coche. Esto es lo más alto que ha estado cualquiera de los dos en su vida. A ver si probamos algún monte más grande para superarnos.
Al bajar nos encontramos con David y Angel, que habían pasado un día mucho más relajado que nosotros, de turistas, haciendo kayak en un lago, etc. Nos fuimos a cenar a un restaurante típico, de estos donde va a cenar la gente del pueblo y la camarera te pregunta si quieres más café :)
El día siguiente hicimos algo de turismo por el Lago Shasta. Visitamos unas cuevas y vimos la segunda presa más grande de USA. Y después de eso, paliza de coche otra vez de vuelta (sólo 5 horas porque no había tanto tráfico).